El tiempo pasa aunque parezca imposible. Incluso, a pesar de que cada movimiento de las manecillas del reloj duela como la sangre al palpitar detrás de un cardenal. El tiempo pasa de forma irregular, con saltos extraños y treguas insoportables; pero pasa, incluso para mí. Mi príncipe no iba a regresar a despertarme de mi letargo mágico con un beso. Al fin y al cabo tampoco yo era una princesa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario